El día tampoco estaba como para tirar cohetes y así el cielo amanecía con nubes no demasiado amistosas. Al principio pudimos caminar con temperatura agradable, pero al cabo de una hora empezó a caer un chirimiri que nos acompañaría casi hasta el final de nuestra marcha. Estuvimos por el carril bici de Astillero y nos desviamos para la ría de Morero. Disfrutamos del mirador de aves y unas señoras nos enseñaron las fresas silvestres . Comimos unas cuantas que estaban riquísimas, aunque eran un poco pequeñas. Nos metimos en un bosque mágico y por allí tuvimos que superar diversas pruebas, como la de la barra fija, atravesar una zona con bastante barro y nos pusimos los pantalones y las botas bastante rebozados.
Del bosque salimos ilesos y nos dirigimos hacia Astillero y en concreto hacia la Cantábrica. Allí al llegar nos refugiamos debajo del alerón de las pistas de padel y tenis, mientras estaba lloviendo. Y al acabar de comer ¡Eureka¡ dejó de llover y pudimos estar en los columpios. ¡Qué gozada¡ Algunos acabaron rebozaditos en la piscina de arena.
Después y ya a la hora de coger el tren, nos dirigimos a la estación y de vuelta a casa.
Hemos pasado un día estupendo aunque nos hayamos mojado un poco al principio.