Hoy nuestros alumnos de infantil -cuatro y cinco años-, de primer y segundo ciclo han tenido la suerte de conocer a José Sanz, naturalista de la mar. Más conocido por Cioli, este panadero jubilado encarna, como ese ser desprendido que es y ha sido siempre, los valores que nosotros en los colegios tratamos de rescatar, de la bohemia y de la solidaridad.
A sus ochenta y siete años, sigue igual, abierto a cualquier invitación que se le haga, con el único propósito de encontrarse bien con los demás, charlar de lo que sabe, de sus experiencias que no son pocas -más de 140 personas salvadas de morir ahogadas-, lejos de cacarear tantos homenajes como se le han hecho (Ayto. de Bilbao, hombre célebre y querido para esta nuestra Cantabria), simplemente abierto a que los demás, sin él quererlo, podamos aprender algo sobre la filantropía, que en eso él es maestro.
Sigue bajando a la playa desde el año 57, corre, nada y sale con un bote a remar. Por las tardes, aún se le puede ver paseando por la ciudad o en el cine, o donde sea requerido. Lleva la misma ropa en invierno que en verano. No tiene frío, la propia naturaleza le ha regalado una piel correosa, curtida por el salitre y el sol.
Puede decirse que es una de las personas que mejor conoce y domina las aguas del Cantábrico, pues su vida y la mar están íntimamente relacionadas.
Hoy, y siempre, la mar guarda sus peligros, sobre todo por el desconocimiento que se tiene de ella. Cioli se prestó a darnos y a dar a nuestros alumnos preciosos consejos, para que la mar no deje de ser un medio sobre todo divertido y placentero.
En fin, tenemos la suerte de que Cioli aún sea un barco en la mar flotando, nunca un barco en dique seco; una gaviota volando, no varada, sin alas o con chapapote - pichi, como él diría-. Sigue siendo un Neptuno, vigilante de cualquier cosa que pase en su Magdalena, atento y observador al tiempo, a los sonidos y a los cambios de tiempo. Sigue siendo, como siempre fue, un hombre bueno, machadiano, “desnudo como los hombres de la mar". Un hombre, en fin, del que tenemos la suerte de que haya accedido a estar con nosotros un día, con los chavales, para que, como un sencillo o humilde faro, nos ilumine a todos, que siempre hace falta.
Porque Cioli es un ejemplo de educación, un ser humano admirado y admirable.